Según la OMS, en 2019, 301 millones de personas sufrían un trastorno de ansiedad, entre ellos 58 millones de niños y adolescentes, durante el primer año de la pandemia de Covid-19, la prevalencia de ansiedad y depresión aumentó en un 25% **, cifra que alertó a las entidades de salud a nivel mundial, estos datos son alarmantes y nos evidencia que algo está pasando con la salud mental en el mundo.

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Soy Juliana Sierra, médica y fundadora de la Clínica Oxivida y hoy, estoy aquí para escribir sobre la ansiedad desde una perspectiva diferente.

¿Ansiedad o inflamación?

El cuerpo funciona como un sistema en donde todo está interconectado, el cerebro es el encargado de poner en orden y en funcionamiento ese sistema, en efectos prácticos el cerebro tiene la información para que nuestros órganos funcione adecuadamente sin embargo; esta comunicación es en doble vía.

Esto significa que si hay alteraciones en determinados órganos de nuestro cuerpo, la expresión de esta alteración puede ser una enfermedad del sistema nervioso central y dentro de este grupo, entra la ansiedad. En mi concepto, la conexión más importante que tiene el cerebro es con el intestino, y es el intestino quien tiene mayor protagonismo ya que es él quien absorbe la materia prima para la producción de neurotransmisores, de energía y poder hacer las interconexiones cerebrales correctas, o puede absorber cualquier otra sustancia que bloquee una adecuada función cerebral, entendiendo esto ya podemos vislumbrar la importancia de tener ese eje intestino-cerebro en las mejores condiciones posibles.

Es por esto que, me hago una pregunta al leer el aumento de las cifras de ansiedad: ¿será que estamos ante un aumento de personas ansiosas, o nos estamos enfrentado es ante una aumento de personas inflamadas sobre todo a nivel intestinal?, yo concluyo que es la segunda opción.

La ansiedad ¿es una enfermedad o es una condición?

La ansiedad es una serie de sensaciones en donde nuestro cuerpo nos está llamando a la acción. Podemos tener palpitaciones, temblor o sentir una especie de vacío en el estómago, sudoración… y a eso, lo llamamos miedo.

El miedo es la emoción que nos está diciendo hay en peligro y solucionemos, esto significa moverse ya sea para huir, enfrentar, pensar y después actuar, finalmente es resolverlo, y de esta manera esas sensaciones desaparecen, ahora cuando esto se sale de control, es decir ya lo resolví y lo sigo sintiendo, o no hay objetivamente nada que me esté poniendo en peligro, o no soy capaz de desconectarme de ese suceso.

El cuadro, se complica porque además hay pérdida del sueño y alteración en como me relaciono con el entorno ya estamos hablando de una condición física patológica, que hay que prestarle atención y resolver, en ese resolver el primer paso es buscar ayuda profesional.

Hago énfasis en que sea de un profesional, ya que, en muchas ocasiones buscamos ayuda en nuestras personas de confianza, pero no necesariamente estas personas tienen el conocimiento técnico para enfrentar este tipo de condición, por el contrario pueden llegar a subvalorar este proceso lo que incrementa más el problema.

¿Qué hábitos desde la cotidianidad pueden ayudar a mejorar el nivel de ansiedad?

Hay muchas cosas que dentro de nuestra cotidianidad nos ayudan a estar en mejores condiciones con nuestra salud mental, acá voy a hablar de varias acciones, pero empecemos con un poco de contexto.

Nuestro cerebro se alimenta de la información a la que nosotros lo estamos exponiendo, con una característica importante: ¡no diferencia lo real de lo imaginario!, así funciona, eso significa que cuando empezamos a pensar los famosos “y sí pasa x o y cosa”, pues nuestro cerebro va a tomar esa información como real, y genera el estímulo correspondiente.

Esto quiere decir que, si nos estamos concentrado en lo que queremos la respuesta es mas desde la confianza y tranquilidad, pero si nos enfocamos en los que nos asusta, la reacción que activa el cuerpo es de defensa.

También aplica para la información externa a la que lo exponemos, por ejemplo: la música que escuchamos, las películas que vemos, las conversaciones que planteamos con los demás, así que, empezar a seleccionar este tipo de información tiene un impacto profundo en nuestro inconsciente; y, si estamos viviendo un momento complejo en nuestras vidas, estar en el aquí y en el ahora es uno de los hábitos mas útiles que se puedes cultivar, para esto apóyate en la respiración.

Como lo mencioné anteriormente la adecuada función digestiva nos garantiza una adecuada función cerebral, entonces tener un intestino sano es importante, pero igual de importante es consumir la materia prima para la producción de sustancias cerebrales que producen la alegría, el bienestar y la compasión, este componente es el triptófano, un aminoácido que lo encontramos en las proteínas de tipo animal (pollo, pavo, huevo o salmón) y en alimentos vegetales como las semillas de calabaza, aguacate, frutos secos como las almendras y el pistacho.

Tener una actividad que disfrutes, menos consumir alcohol u otras sustancias alucinógenas. Todos tenemos algo que nos encanta, que nos saca de la rutina, ese algo que podemos hacer gratis si fuera el caso o que por el contrario pagaríamos por hacer… pues entonces, ¡manos a la obra!… iniciemos lo antes posible.

Por último una acción muy sencilla, tal vez incómoda para muchos pero altamente eficiente, baños de agua fría, por lo menos de dos minutos al día.

*Sanidad.gob.es
**Paho.org